En el año 2017 se cumplieron 20 años desde que inicié con Quitsato. Durante todo este tiempo me he dedicado a la exploración, investigación, difusión y divulgación del Patrimonio Arqueo-Astronómico de los Andes Ecuatoriales. Esta ha sido una aventura indescriptible, en la cual pude descubrir y comprender alineamientos, relaciones astronómicas y efectos lumínicos; que, nuestros antepasados de la región rindieron culto siglos atrás.
Las emociones experimentadas han representado el mejor y más profundo regalo que como investigador he podido recibir durante mis intentos de resolver las interrogantes que tenía sobre aspectos de las culturas ancestrales..
Estos interrogantes, surgieron justamente por una historia ecuatoriana muy débilmente fundamentada de los sitios arqueológicos de los Andes, sobre todo ecuatoriales. Una historia, llena de fábulas, mitos, leyendas, y héroes falsos, donde una gran parte de la academia se estancó en sus dogmas y compromisos académicos; apoyada por la institución pública, que ha argumentado que los sitios arqueológicos existentes corresponden a la arquitectura Inca y su suprema funcionalidad fue para la guerra. Es decir, se creó una ligera historieta llena de sangre.
Pues bien, este cuento, nunca satisfizo mis inquietudes, es más, lo que hicieron todas estas fatuas descripciones, fue alimentar, aún más, mis interrogantes, sobre la existencia, correspondencia y funcionalidad de muchos de estos sitios arqueológicos.
Mi más grande inquietud fue entender que pasó con la Astronomía Pre-Incáica Local, tomando en consideración la ventaja de disponer de un callejón andino con dos cordilleras tanto al Oriente como al Occidente.
En definitiva, tuve estas y muchas otras inquietudes que me llevaron a explorar, poco a poco todo lo concerniente a la Latitud Cero. Investigué todos sus antecedentes históricos, etnohistóricos, así como arqueológicos y la astronomía de posición.
Sobre ésta última ciencia, definitivamente encontré muy poco, pero después de profundos estudios y observaciones, entendí la mecánica celeste desde el Ecuador Terrestre, lo cual hasta el momento no se podía encontrar de manera explícita en textos especializados.
Sin embargo, coincidieron varios factores en todo este camino. La práctica desde niño de deportes de naturaleza, como el andinismo, exploración en selvas y páramos, así cómo, el haber sido piloto de vuelo libre; me permitió obtener otra perspectiva del paisaje andino ecuatorial. Esto además, me facilitó alcanzar el dominio de instrumentos de navegación, como el GPS.
Con todos estos interrogantes y sin respuestas lógicas, comencé a investigar absolutamente todo lo existente: información desarrollada desde hace muchos siglos, cartografía a diferentes escalas de la región, archivos académicos, estudios arqueológicos, bibliografía, contactos con autores, crónicas tempranas y tardías, etc. Toda esta información la concatené con datos obtenidos mediante el uso de instrumentación basada en tecnología satelital y espacial.
El 17 de octubre de 1996, en una visita que planifiqué en solitario a Manabí, con el fin de explorar la playa de la costa sur de la ensenada de Coaque conocida como punta Gallinazo, pude posicionar la Latitud Cero en la Costa. Este sitio, me llamó mucho la atención, incluso adquirí fotografías aéreas del sector para explorarlo.
Así logré el primer posicionamiento de la Latitud Cero en la Costa Ecuatoriana, corrigiendo no solo el anterior intento que buscó Chales Marie La Condamine miembro de las Misiones Geodésicas Francesas de 1735, sino también otro intento que lo persiguió en 1985, una comisión de entusiastas ecuatorianos a quienes conocí; entre ellos el Dr. Jorge Salvador Lara y Ricardo Descalzi. Ellos ubicaron una lápida de piedra, la cual, ahora, se encuentra en la plaza central de la ciudad de Pedernales. Esta lápida, con la cual se intentó celebrar los 250 años de la visita de las Misiones Geodésicas Francesas, fue extraída de la playa Las Palmas, al Sur de Coaque, por parte del propietario de los terrenos alrededor de 1993, por temor a ser expropiado.
Por mi parte en todos estas exploraciones en solitario, jamás dejé alguna señal, o elemento que alterara de alguna manera el paisaje, siempre procuré ser respetuoso de estos sitios. Sin embargo, siempre registré con fotografías o vídeos, estas experiencias, como documentos del trabajo desarrollado.
A medida que pasaban los días, eran los Andes Ecuatoriales los que me llamaban la atención, no solo porque desde niño escalé casi todos las montañas más prominentes de la región, sino, por el paisaje y su horizonte, el cual el es el mejor sitio del mundo para observaciones horizontales. Y es así que el 26 de junio de 1997, explorando la línea ecuatorial, me percaté que el Monte Catequillla, se ubicaba en la Línea Ecuatorial, y al subir el monte, encontré que el sitio arqueológico desplazado en su cima, estaba exactamente en la Latitud Cero. Fue justo en ese momento que apareció el interrogante más fuerte de todos:
¿La ubicación de este sitio, obedece a una consciencia astronómica antigua, o es una increíble coincidencia?.
Los siguientes 15 años, concentré todos mis esfuerzos, económicos, físicos, y materiales, en investigar con rigurosidad toda la región y la información disponible; incluso contraté a un arqueólogo, para la datación del sitio de Catequilla. Se comprobó, con un análisis de cerámica y de tefra volcánica, que el depósito del hallazgo correspondía a un evento de la época preincáica.
Aunque exploré otros sitios que me llamaron la atención, como la llanura de Jerusalem, al norte de Guayllabamba, y el sector de Guachalá en Cayambe, nigún sitio, igualaba las cualidades y ventajas del Monte Catequilla y su sitio arqueológico.
Después de largos años dedicados a este propósito, estudié 18 discos líticos ubicados en todo el valle de Lulumbamba o San Antonio de Pichincha, y uno de ellos, en Catequilla.
Mediante la observación de las salidas, y caídas del sol durante los solsticios y equinoccios me permitieron determinar que estos sitios, fueron usados como OBSERVATORIOS ASTRONÓMICOS, con posibles diversas aplicaciones, en épocas preincáicas, como calendarios, ritos, ceremonias, organización social, etc.
Lastimosamente, lo que no hemos hallado hasta el momento, es alguna evidencia que compruebe que tenían conciencia de la Latitud Cero. Sin embargo, el llegar a conocer y comprobar la consciencia astronómica de la cultura Quitu-Caranqui, podríamos decir que esta conciencia es posiblemente la base que sustenta la identidad ecuatorial de los individuos que nacieron, nacen y nacerán en la región; Una Cultura Solar por Excelencia.
En el mes de febrero de 1998, participé en «La Primera Misión Astronómica del Ecuador Galápagos», proyecto propuesto y ejecutado por el Director del Observatorio de la Alameda de la Ciudad de Quito. Mi participación consistió en documentar con vídeo el eclipse solar del día 26 de febrero y posicionar la Latitud Cero, para el Ecuador.
Para ubicar la Latitud Cero desembarcamos en Bahía de Banks, al norte de la Isla Isabela, con algunos de los expedicionarios del Observatorio de la Alameda, un estudiante de la Politécnia y un periodista de la prensa nacional. Emprendimos la caminata hacia el sitio previamente seleccionado por la expedición.
La Latitud Cero se ubicó, en la parte más baja, entre el Volcán Wolf al Oriente de la Isla Isabela, en la parte más septentrional y el Volcán Ecuador, ubicado en la parte Occidental de la Isla.
Lastimosamente la falta de experiencia del resto de expedicionarios, no les permitió llegar al objetivo, y nuevamente tuve el honor de posicionar la Latitud Cero, en solitario. La experiencia la registré en video y ahora representa uno de los documentos que más nos llena de orgullo.
El nevado Cayambe sin duda alguna constituye un ícono al hablar sobre la Latitud Cero, no solo por ser el señor de los Andes que impera en la región ecuatorial, sino también, porque es el único sitio en el Mundo, donde la Línea Ecuatorial, cruza por un glaciar. Al mismo tiempo es el sitio más alto en el mundo de la Latitud Cero.
Estas características siempre llamaron mi atención; y se convirtió en un desafío, el alcanzar el punto donde se presentaban estas singularidades. Es así que, con uno de mis mejores amigos, Pablo Boada, emprendimos por primera vez, una expedición por el lado Sur del nevado, lo cual nos tomó mucho tiempo. Sin embargo, logramos un reconocimiento del terreno y en septiembre del 2007, cuando llegamos a la base de la arista del sitio objetivo.
En el año 2009, con la compañía de cinco expedicionarios, finalmente logramos posicionar la Latitud Cero. En esta travesía participaron: Pablo Boada, también Marcelo Carrillo andinista de Cayambe, Jesús Montesa de España, y Miguel López de México. Al sitio lo nombré como la arista del Águila y el Cóndor, ya que fue el punto medio, donde nos encontramos culturas del Norte y del Sur, con un solo objetivo en común. Hermanándonos por el bien de la cultura y la naturaleza.
En este sitio construimos una pequeña Apachita (amontonamiento de piedras que desde épocas antiguas se elaboraban para señalar la cúspide de un camino o el encuentro de otros caminos.), lo cual representaba una evidencia de este nuevo logro, en honor a la Latitud Cero.
En el presente y en el futuro del Proyecto Quitsato, está prevista la exploración de regiones difíciles de prospectar debido a la complejidad de sus terrenos y a la exhuberancia del bosque montano alto, bajo, y húmedo tropical.
Dificultades no solo de movilización terrestre, también una limitación visual para la posible identificación de asentamientos de origen antrópico, que podrían tener una relación con los temas de nuestro interés. Es así que la tecnología ha llegado en un momento donde los drones, así como los sensores Lidar, nos permiten prospectar desde el áire, y tener la capacidad de penetración de la cobertura vegetal, de tal manera, que las posibles anomalías que puedan presentarse, puedan tener rasgos, de origen artificial, y así descubrir nuevos enclaves, arqueológicos que posiblemente podían tener un uso relacionado con la astronomía antigua.
Estas exploraciones las realizo con la aplicación de matrices de estudio del Proyecto Quitsato, así como también mediante la aplicación de modelos predictivos que con apoyo de la tecnología satelital, así como programas espaciales y Sistemas de Información Geográfica.
Hasta el momento la aplicación de esta tecnología nos ha permitido confirmar 6 casos positivos en la identificación de nuevos sitios. Además, tenemos una larga lista de coordenadas de potenciales sitios, que están esperando una prospección. Sobre todo enfocados a la región del alto Amazonas del Oriente ecuatoriano, en la región de Lumbaquí.
En el año 2007 abrimos al público la atención en el Reloj Solar Quitsato, el mismo que por ahora, constituye el único monumento que ha sido construido en honor a la Verdadera Mitad del Mundo, y el cual, evidentemente, se encuentra exactamente en la Latitud Cero.
En este sitio, el Proyecto Quitsato, no solo sostiene todos lo proyectos de investigación de manera autogestionada y sostenible, sino que también atiende a miles de personas, turistas, estudiantes, familias, niños, etc, que todos los días nos visitan y que reciben exposiciones lúdicas, de todo lo concerniente a la Latitud Cero y nuestros hallazgos, así como nuestras hipótesis y planteamientos teóricos.
Durante alrededor de 20 años, el Proyecto Quitsato, no solo ha demostrado un compromiso único en la historia de la Latitud Cero, sino también, se ha convertido en un modelo autosustentable, que marca un cambio paradigmático en lo que a gestión cultural se refiere.
Sin embargo, nuestra dedicación a lo que nos hace Andino Ecuatoriales, nuestra identidad, nuestro sentido de ser, es el estímulo y la motivación más importante en este camino, el camino del Sol.